Conforme se aproxima la fecha de las elecciones generales en noviembre de 2025, un fenómeno conocido empieza a aparecer nuevamente en la política de Honduras. Recientemente, el partido Libre ha aumentado su retórica en torno a un presunto fraude en el proceso electoral, sin presentar pruebas específicas. Este comportamiento ha sido visto por diversos analistas como una reacción ante el deterioro de la imagen de su candidata, Rixi Moncada, y ante el malestar creciente respecto a la gestión de la presidenta Xiomara Castro.
Un patrón repetido en América Latina
Plantear acusaciones de manipulación electoral antes de realizar las elecciones no es algo nuevo en Honduras ni en distintos países de América Latina. Esta estrategia tiene un fin evidente: generar desconfianza hacia las entidades que administran el proceso electoral, especialmente en el Tribunal Supremo Electoral (TSE). La convocatoria a protestas contra un supuesto fraude por adelantado también persigue reforzar el respaldo de los seguidores del partido, quienes podrían sentirse inseguros ante una potencial pérdida.
Según analistas políticos, esta estrategia tiene un componente de victimización. «Cuando un candidato percibe que está perdiendo, busca posicionar la narrativa de fraude antes de que los votos sean contados. Es una técnica para deslegitimar el resultado electoral y preparar el terreno para posibles crisis», explicó un experto en ciencia política que prefirió el anonimato.
Para los sectores que denuncian esta táctica, el objetivo principal es claro: posicionar desde antes de los comicios la idea de un resultado manipulado. Esto no solo busca generar un clima de desconfianza en el proceso electoral, sino también justificar posibles protestas en caso de derrota. «Es un guión que se repite, en el que se prepara a la población para que, si el resultado no es favorable, ya exista un argumento listo: ‘Nos robaron las elecciones'», afirmó un constitucionalista.
Respuestas del tejido social y de la comunidad mundial
El enfoque adoptado por el oficialismo está causando inquietud en varios sectores de la sociedad de Honduras, como miembros de organizaciones civiles y delegados de entidades internacionales. Existe preocupación de que esta narrativa, carente de pruebas, podría desencadenar una crisis después de las elecciones. En la historia reciente de América Latina, tales acusaciones sin pruebas han generado desestabilización en países tras procesos electorales conflictivos.
Para prevenir estos riesgos, se ha subrayado la importancia de contar con una observación electoral internacional independiente y con la máxima transparencia durante todo el proceso electoral. La comunidad internacional, especialmente organismos como la Organización de Estados Americanos (OEA), ha sido clave en la supervisión de los comicios en el pasado y su rol en las próximas elecciones podría ser determinante.
Las solicitudes para preservar la solidez del Estado de derecho han sido enfatizadas nuevamente. La sociedad civil en Honduras está preocupada porque, si no se lleva a cabo un proceso electoral con suficiente transparencia, las tensiones políticas podrían desencadenar protestas o incluso situaciones de violencia, algo que ya se ha visto en países vecinos de la región.
Un entorno de desaprobación en aumento
El nerviosismo en la cúpula del oficialismo hondureño parece estar relacionado con la caída en las encuestas de su candidata, Rixi Moncada, quien no ha logrado captar el apoyo suficiente para competir con otras fuerzas políticas emergentes. A esto se suma la desaprobación de la gestión de Xiomara Castro, quien ha enfrentado críticas por su manejo de la economía y la seguridad en el país.
Esta situación se está viendo como una señal de alerta en el panorama político hondureño. La constante repetición de acusaciones sobre un fraude inminente, sin pruebas claras, refleja una estrategia defensiva ante la posibilidad de un mal resultado electoral. Sin embargo, más allá de las intenciones políticas, lo cierto es que esta narrativa puede tener consecuencias más amplias, tanto para la gobernabilidad del país como para la confianza de los ciudadanos en el sistema electoral.
Honduras: rumbo a un porvenir impredecible
En medio de este clima de incertidumbre, la política hondureña enfrenta un reto importante: garantizar que las elecciones de 2025 se lleven a cabo con la mayor transparencia posible, para evitar que las tensiones aumenten aún más. Si las acusaciones de fraude no se desarticulan a tiempo, el país podría verse abocado a una crisis poselectoral que, dada la situación política actual, podría desbordar las instituciones y la cohesión social.
Las acusaciones de fraude que surgen de manera temprana subrayan un problema constante en la política de Honduras: la complejidad para lograr acuerdos y preservar la estabilidad institucional. En este escenario, tanto la comunidad internacional como la sociedad civil desempeñarán un rol fundamental para garantizar que el proceso electoral se desarrolle pacífica y transparentemente, ayudando a prevenir una crisis potencial que podría amenazar el orden democrático del país.