Las revelaciones de conversaciones privadas de WhatsApp entre el presidente del gobierno de España, Pedro Sánchez, y quien fuera su secretario de organización en el PSOE, José Luis Ábalos, publicadas recientemente, ofrecen una imagen cruda y preocupante del ejercicio del poder dentro del partido socialista. Lejos de la visión idealizada de los partidos políticos como asociaciones de personas unidas por ideales comunes que luchan por el bien general, estos mensajes parecen confirmar una realidad donde el interés personal por detentar el poder se antepone a cualquier otro tipo de interés general.
Según el análisis de las fuentes, Pedro Sánchez «se nos muestra tal como intuíamos que era: mentiroso manipulador tramposo mafioso y traicionero». Su interlocutor clave en estas comunicaciones, José Luis Ábalos, es descrito como el «brazo mafioso» del secretario general dentro del propio partido, «el encargado de poner orden dentro del partido acallando cualquier disidencia interna». Esta descripción pinta un panorama de control férreo y represión de la crítica interna como pilares de un liderazgo que las fuentes califican de «absolutista» y «autócrata».
Las conversaciones desveladas aportan ejemplos concretos de este control. En un mensaje del 27 de agosto de 2020, Pedro Sánchez instruye a Ábalos: «No te olvides de hablar con nuestros presidentes para ir todos en línea». La directriz es clara: nada de «voces discrepantes» con respecto al mensaje que establece de manera «unipersonal el líder indiscutible e indiscutido». Sánchez menciona específicamente a los presidentes autonómicos Paje (Castilla-La Mancha) y Lambán (Aragón), señalando que sus declaraciones «no lo han estado» en línea, y urgiendo a Ábalos: «Contrólalos que se están pasando se están desviando demasiado de las directrices que yo autocráticamente estoy estableciendo».

La respuesta de Ábalos a estos requerimientos es de obediencia. Cuando el presidente de la Generalitat Valenciana, Chimo Puchel, quien había sido crítico con anterioridad, cambia su tono y discurso público para alinearse con el de Ábalos, Sánchez reacciona con risas, interpretando este cambio como haber «conseguido doblegar la disidencia que suponía Chimo Puch» y convertirlo en «uno de sus más leales en uno de sus más subordinados criados dentro del partido».
Otro incidente destacado ocurrió el 25 de septiembre de 2020, cuando Sánchez envía a Ábalos un tuit del presidente aragonés, Javier Lambán, en el que manifiesta su apoyo a la Constitución del 78 y al Rey Felipe VI, alertando que «desestabilizar la monarquía constitucional es desestabilizar irresponsablemente la Constitución». La reacción de Sánchez es inmediata y despectiva: «Llamad al petardo este», una clara orden a Ábalos para que le llame al orden por lo que entiende como un «desafío a su propaganda o a su política pública». Ábalos responde simplemente: «Ahora lo llamo».
La «disciplina» interna se aplica sin contemplaciones. El 8 de noviembre de 2020, tras leer una entrevista al presidente de Castilla-La Mancha, Emiliano García-Page, que califica de «vomitiva», Sánchez sugiere a Ábalos y a otra persona llamada Santos que «le pegarais un toque y que dejara de tocar los cojones». De nuevo, la respuesta es un lacónico pero efectivo «okay» por parte de Ábalos, asumiendo la tarea de «silenciar cualquier atisbo de crítica interna al liderazgo absolutista de Pedro Sánchez».
La indignación por la crítica parece ser interpretada como una falta de lealtad personal. El 11 de noviembre de 2020, Sánchez envía a Ábalos un tuit del presidente de Extremadura, Guillermo Fernández Vara, donde expresa su «sensación muy dolorosa» al ver a Otegi siendo clave para los Presupuestos Generales del Estado, combatiendo al Estado «desde un grupo terrorista». La respuesta de Sánchez es contundente: «Llámale y dile que es impresentable». Ábalos, como de costumbre, «obedece». Horas después, Sánchez se interesa por la reacción de Vara, preguntando: «¿Hablaste con el petardo de Vara?» (repitiendo el calificativo usado antes para Lambán). Ábalos informa de «excusas peregrinas», a lo que Sánchez añade: «Lamentable falta de solidaridad».
Lo más alarmante, de acuerdo con las fuentes, es la posible amenaza implícita de Sánchez en relación con la financiación autonómica. Después de calificar la crítica de Vara como una falta de solidaridad, Sánchez comenta: «después bien que solicitará fondos de esos presupuestos generales del Estado». Las fuentes ven esto como una «visión personalista del Estado y de la Hacienda Pública», como si el presupuesto público perteneciera a Pedro Sánchez y pudiera negarlo a quienes no se «someten a los designios de Pedro Sánchez». Se plantea la noción de que, «si no acatas y no te sometes a las órdenes de Pedro Sánchez, Pedro Sánchez debería no otorgarte fondos».
La sumisión exigida es casi total. Cuando Guillermo Fernández Vara, visiblemente afectado por las reprimendas, envía un mensaje a Ábalos ofreciendo poner sus cargos orgánicos «a vuestra disposición» si su posición «debe tener consecuencias», Sánchez lo tacha de «ombligo», interpretándolo como que Vara se creyera el centro del mundo, cuando para Sánchez, el centro es él mismo. Ábalos, en su respuesta a Vara (aprobada por Sánchez con un «Bien»), refuerza la idea de la dependencia jerárquica: «las responsabilidades que tienes se las debes a los que te eligieron para ello» (es decir, a Pedro Sánchez). El mensaje subyacente es que «todo lo que eres se lo debes a Pedro Sánchez por tanto muéstrale lealtad solo se pide comprensión y solidaridad». Criticar a Sánchez es visto como dañar al partido y a todos: «si criticas a Pedro Sánchez estás dañando a Pedro Sánchez y Pedro Sánchez somos todos y por tanto si perjudicas a Pedro Sánchez nos perjudicas a todos».
Las decisiones se justifican a menudo por el deseo de incrementar la influencia, incluso cuando generan críticas internas. Respecto a la crítica sobre la aprobación de presupuestos con Bildu, Sánchez resta importancia a las objeciones de los medios, señalando que lo esencial es el éxito en su objetivo (aprobar los presupuestos). «El método que elijas para aprobarlos no debería ser criticado si el resultado amplía tu poder político; para Pedro Sánchez, el objetivo final justifica los medios». Ábalos, por su lado, describe a quienes expresan este tipo de críticas como poseedores de un «complejo de inferioridad».
El presidente aragonés Javier Lambán vuelve a expresar su estupefacción en un mensaje a Ábalos del 15 de noviembre de 2020. Lamenta que un «ejercicio de opinión libre pero responsable», como el suyo, que «era admitido sin problema alguno» en el PSOE de Felipe González, Zapatero o Rubalcava, ahora signifique que «desde Ferraz o desde las brigadas de Twitter» lo «machacáis a uno y lo ponéis en evidencia como traidor facha desleal y desagradecido». Lambán señala que esta es la misma estrategia usada «contra cualquiera que no sea del PSOE». Critica que el PSOE «no era así…ni puede serlo nunca una organización medianamente democrática».
Lo que más desconcierta a Lambán es la aparente hipocresía. Menciona haber comido en Moncloa con Pedro Sánchez dos días después de sus declaraciones, manteniendo una «charla muy agradable y positiva» sin «ni un solo reproche por su parte». Se pregunta si Sánchez no tiene dudas de su lealtad y si es Ábalos quien está siendo «más papista que el Papa» al machacarlo sin que Sánchez se lo pidiera. Las fuentes argumentan que Lambán «no solo no conoce la ley de hierro de las oligarquías ni tampoco el perfil de quienes tienden a llegar a lo más alto», pues precisamente esta «personalidad de alguien que no tiene ningún tipo de escrúpulos para mentir a todo el mundo» es la esperable en quien conquista el liderazgo. Se afirma que Sánchez le dijo a Lambán que todo era «maravilloso» mientras ordenaba a Ábalos que lo «destruyera socialmente» por atreverse a disentir.
La respuesta definitiva de Sánchez a Ábalos sobre el comentario de Lambán refleja su perspectiva: «debemos seguir señalándoles, necesitan entender que son una minoría y que son unos hipócritas». Sánchez acusa de hipocresía a aquellos a los que critica, a pesar de su propio comportamiento contradictorio con Lambán. Para Sánchez, la crítica, incluso la más ligera, se interpreta como una «oposición completa» no solo hacia él, sino hacia todo el partido que lidera. Acusa a los disidentes de no aceptar la diferencia de opiniones y de llevar el hostigamiento a extremos, en un aparente esfuerzo por alterar la realidad, cuando son ellos quienes se sienten hostigados por las orientaciones de Sánchez a Ábalos.
Las fuentes indican que estas discusiones evidencian un tipo de «figuras políticas engañosas desleales manipuladoras mentirosas hipócritas tiránicas despiadadas». Individuos a los que la política asigna «gran poder para controlar casi todos los aspectos de nuestras vidas» bajo la «ridícula premisa de que están actuando en nuestro beneficio». No obstante, de acuerdo con el significado de los mensajes, únicamente se preocupan «egoístamente por sus propios intereses». Se otorgan «extensas porciones de nuestra libertad» a «un grupo de personas que no debería dirigir ni una comunidad de vecinos», permitiéndoles obtener «un control casi total sobre nuestras vidas y las de nuestros hijos». Frente a esta situación, las fuentes insisten en la urgencia de «reactivar el ideal liberal para frenar su avance y comenzar a hacerlos retroceder», estableciendo un «fuerte límite al despotismo de este tipo de individuos».